Antonio Machado

Antonio Machado

jueves, 7 de mayo de 2015

Un discurso inédito de Antonio Machado sobre el Quijote *

                                                                                                            Jordi DOMÉNECH





Entre los numerosos manuscritos de Antonio Machado que conserva la familia destaca este
discurso sobre el Quijote, que los herederos de Machado han tenido la amabilidad de cederme
para su publicación.
Se trata de 12 hojas de 14 × 19,8 cm escritas por una sola cara a lápiz y a tinta, con bastantes
tachaduras y correcciones. En el corte superior de las hojas hay restos de dentado, como
si hubieran sido arrancadas de un bloc perforado. Lamentablemente, entre las hojas 3 y
4 falta una o más hojas del discurso, que quizá aparezcan cuando sea posible ordenar y
transcribir los cientos de borradores de Machado que posee la familia. Por último, la hoja 5
estaba traspapelada entre los «manuscritos de Sevilla».1
El borrador contiene un discurso inédito de Antonio Machado sobre el Quijote, probablemente
para ser pronunciado con motivo de la Fiesta del Libro, no sabemos de qué año,
pero en todo caso posterior a 1926, fecha en que —a iniciativa de la Cámara del Libro de
Barcelona— se instituyó en España la Fiesta del Libro para divulgar el libro español y fomentar
la lectura. Inicialmente la Fiesta del Libro se celebraba el 7 de octubre, que se consideraba
entonces la fecha de nacimiento de Cervantes, y a partir de 1930 se trasladó la
celebración al 23 de abril, fecha en la que tradicionalmente se conmemoraba la muerte de
Cervantes, a fin de «alejar la Fiesta de las compras de textos escolares de septiembre y colocarla
en primavera, con un tiempo más favorable».2 Durante la Fiesta del Libro se celebraban
en las distintas ciudades españolas, actos académicos, conferencias y lecturas de obras
en academias, universidades, institutos y escuelas públicas y privadas, y los libreros sacaban
puestos de libros a la calle, en las aceras de sus establecimientos para atraer al público,
además de aplicar un descuento del 10 % en las ventas de libros durante este día.3
* Este manuscrito ha sido publicado, en edición no venal, en la Colección 22 de Febrero, de
Santander: Antonio Machado, Discurso sobre el Quijote (y otros escritos inéditos), edición de Jordi
Doménech, Santander, Colección 22 de Febrero, 2010.
1 Colección Unicaja manuscritos de los hermanos Machado, vol. 9: Cuadernos de literatura, edición
de Rafael Alarcón Sierra, Pablo del Barco y Antonio Rodríguez Almodóvar, Málaga, Fundación
Unicaja, 2006: véase el fol. 29r (en el Anexo al Cuaderno 6). He revisado también los «cuadernos
de Burgos» y no he encontrado más hojas traspapeladas que pertenezcan a este discurso.
2 Ana Martínez Rus, «La política del libro y las ferias del libro de Madrid, 1901-1936», Cuadernos
de Historia Contemporánea, n.º 25, 2003, pp. 217-34 (p. 222).
3 Véase Fernando Cendán Pazos, La Fiesta del Libro en España (Crónica y miscelánea), Madrid,
Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1989.
Ignoro si Antonio Machado llegó a pronunciar este discurso, y dónde, pues ni en la prensa
de Segovia, donde residía entonces, ni en la prensa nacional, aparece ninguna noticia al
respecto. Sin embargo me inclino a pensar que el discurso estaba destinado a ser pronunciado
en Segovia el 7 de octubre de 1926. Efectivamente, en el primer año de la Fiesta del
Libro, en el Instituto de Segovia tuvo lugar un acto conmemorativo con la asistencia de
distintas personalidades locales y numeroso público y alumnos de los centros docentes,
según informó al día siguiente El Adelantado de Segovia.4 Intervinieron con discursos el
presidente de la Diputación, Segundo Gila, el canónigo Maximino Azpicueta en representación
del Seminario, el director de la Universidad Popular segoviana, Javier Cabello, una
profesora de la Escuela Normal de Maestras, el director del Instituto y el alcalde de Segovia.
Quizá Machado debió de haber intervenido también en esta celebración, tanto por su
vinculación con el Instituto como con la Universidad Popular.
Sea como fuere, el borrador parece lo suficientemente acabado como para que pueda considerarse
«definitivo», a falta quizá de su traslado a limpio. No es la primera vez que Machado
alude a Cervantes y al Quijote. Quizá el escrito más notable son las páginas que le
dedicó en su artículo «Las Meditaciones del Quijote de José Ortega Gasset»,5 comentario
sobre el libro de Ortega, en 1915. También hay alusiones más puntuales en Juan de Mairena,
capítulos XXII y XXXII, y ya en plena guerra, en el «Juan de Mairena» póstumo, en
Hora de España, n.º XIV, febrero 1938.


ANTONIO MACHADO
[Discurso sobre el Quijote]


[Transcripción de Jordi Doménech]
[1r] [A lápiz] Hoy 7 de octubre festejamos el natalicio de Cervantes, aunque, en verdad, no
sabemos que Cervantes naciera en este día. Conocemos no más la fecha de su partida de
bautismo, que es la de 9 de octubre de 1547. Algunos de sus biógrafos han supuesto que
Cervantes acaso naciera el 29 de septiembre, día de san Miguel. De todos modos es muy
4 «En el paraninfo del Instituto. La Fiesta del Libro», El Adelantado de Segovia, 8 octubre 1926, p.
2.
5 «Las Meditaciones del Quijote de José Ortega Gasset», La Lectura, n.º 169, enero 1915; en Antonio
Machado, Escritos dispersos (1893-1936), edición anotada de Jordi Doménech, Barcelona,
Octaedro, 2009, pp. 204-13 (sobre el Quijote, pp. 208-13).
probable que Cervantes hubiera ya nacido en este día o en último caso que estuviera muy
próxima la fecha de su entrada en el mundo porque // [2r] hay algo en que necesariamente
han de estar de acuerdo todos los autores; a saber: que Cervantes no pudo ser bautizado
antes de nacer. Y aun en el caso, poco probable, de que la partida de bautismo fuese apócrifa,
y que Cervantes naciera después del 9 de octubre, encontraríamos siempre motivos y
pretextos sobrados, creo yo, para dedicar un recuerdo al más glorioso de nuestros ingenios,
en este día y en cualquiera de los restantes días del año.
Fiesta del libro también llamamos // [3r] a esta solemnidad y, puesto que coincide vagamente
con el natalicio de Cervantes, ha de ser la fiesta del Quijote, que es su obra más famosa,
libro español por excelencia.
Digamos, pues, algo de Cervantes y de su libro inmortal.
De Cervantes pocas palabras. Nació Miguel, no don Miguel como reza la lápida que veréis a
la puerta de esta casa, Miguel a secas, porque el don no lo tuvo nunca, de padres pobres, en
Alcalá de Henares, y la pobreza le acompañó durante toda su vida. Pobre niño, pobre y
fracasado pretendiente en la corte, pobre aunque glorioso soldado, pobre cautivo en //
[Aquí faltan probablemente una o varias hojas del discurso] [4r] Porque ¿quién repara ni ha
reparado nunca en un pobre hombre, que no lleva bandas, ni cruces, ni arreos militares, ni
atavíos cortesanos ni [una palabra ilegible] académicos? ¿En un sujeto mal vestido y aliñado,
cuya persona, nada oronda, solemne ni satisfecha, no se recomienda a nuestros ojos
como espectáculo de humanidad triunfante y privilegiada? Entonces como ahora Cervantes
hubiera sido para nosotros el pobre hombre en quien nadie repara. Y ¿a qué hablar más del
// [5r] pobre hombre que fue Cervantes? [A tinta] Digamos algo del libro inmortal. Apareció
el Quijote —su 1.ª parte— el año 5 del siglo XVII. Era la obra de la madurez de Cervantes.
Tuvo un éxito inmediato de risa. Pero, no nos engañemos, el éxito del Quijote fue un éxito
de público, que no valió a Cervantes la plena admiración de los doctos. En España el vulgo
ha defendido siempre las obras buenas, y la crítica —lo que en aquella época podía ser
crítica, el juicio de los hombres de letras— les fue a veces adversa. Sin el pueblo, sin la admiración
del profano, lo mejor de nuestra literatura: el romancero, La Celestina, el teatro,
la novela picaresca, la obra de nuestros románticos, se hubieran perdido para siempre. [A
lápiz] Así aconteció con el Quijote. El pueblo amó este libro // [6r] desde que salió a luz; la
crítica comenzó a comprenderlo en el siglo XVIII y le hizo plena justicia en el siglo XIX.
Y no podía ser de otro modo. Porque el Quijote no es, a mi juicio, una obra renacentista,
como alguien ha sostenido recientemente. De haber sido el Quijote plena literatura del renacimiento,
se le hubiera comprendido y juzgado en todo su valor. El sentido humanista,
de cultura clásica, que carac- // [7r] teriza al hombre del renacimiento se encuentra en Cervantes,
aunque no tan marcado como en otros ingenios de su tiempo. Pero lo que hace del
Quijote un libro único, el libro que sólo el genio podía escribir entonces, es su modernidad.
El Quijote no es una obra renacentista, es mucho más, es la primera obra moderna, no ya
de la literatura española, sino de la literatura universal. // [8r] Todas las literaturas, sin excluir
la nuestra, habían producido ya libros de risa y entretenimiento, libros de parodia y de
burla, sátiras y libelos. En España, desde el Arcipreste de Hita, en Italia desde Boccaccio,
en Inglaterra desde Chaucer, en Francia, de Rabelais. Pero lo que no se había producido
hasta entonces, lo que, después del Quijote, había de tardar dos siglos en seguir produciéndose,
era un libro de risa y entretenimiento // [9r] que, además de divertirnos y hacernos
reír, nos hiciera también llorar. Esto era tan nuevo entonces que no podía ser comprendido
ni gustado; y esto explica que el éxito del Quijote se debiese exclusivamente a los elementos
cómicos que contiene.
Han pasado más de tres siglos [a tinta] y es precisamente la comicidad del Quijote lo más
difícil de gustar para nosotros; y cuanto hay en él de serio y profundo lo que más en él //
[10r] nos cautiva. Lo cómico cervantino corresponde más a la sensibilidad de su tiempo
que a la del nuestro; en cambio, la piedad y la simpatía por la locura de don Quijote es algo
plenamente moderno. Pero el Quijote contenía en potencia toda la novela moderna y fue
preciso esperar siglos para que ésta se actualizase. Epígonos y discípulos tardíos de Cervantes
son todos los novelistas modernos, desde Dickens a Tomás Hardy, desde Stendhal a
Proust, desde Gógol a Gorki. Todos los héroes de las novelas que nosotros hemos vivido
tienen algo de don Quijote: recordad las novelas de Dostoyevski. Sus personajes son trágicos,
y no se nos ocurre reírnos de ellos; pero todos están más locos que don Quijote. Como
don Quijote los vemos en pugna con el medio en que viven y fracasan en él; como don Quijote
son deformadores del mundo real, // [11r] como don Quijote oponen valientemente su
mundo interior, su mundo encantado, hecho con su propia sensibilidad y sus propios ideales,
al mundo social, hecho de convenciones, de leyes con que la vida colectiva pretende
anular la vida individual, de objetividad, en suma. Como don Quijote están en pugna abierta
con la racionalidad. Son locos también. Pero su locura pasa para nosotros inadvertida
porque participamos de ella nosotros también; como hombres modernos, pensamos, lo que
no podía pensarse en tiempo de Cervantes, que el mundo es nuestra representación, y que
si ésta no es una plena creación nuestra, es, cuando menos, una deformación de lo real y
que, en este sentido, la locura es lo normal en el hombre. No somos un espejo impasible a
través de un camino, que retrata fielmente imágenes pasajeras, sino almas que al reflejarlas,
las transfiguran y, en cierto modo, las crean. // [12r] ¿Qué era don Quijote sino este maravilloso
espejo creador, que deformaba en el sentido de su ideal, su mundo circundante?
Esto es lo que hoy plenamente hemos comprendido y por eso decimos que Cervantes escribió
la primera y más grande de las obras modernas.
Y nada más quiero deciros del libro inmortal, porque otros os dirán cosas de más sustancia
y con mayor elocuencia.
Yo hoy en la Fiesta del libro me limito a daros un consejo: el movimiento se demuestra
andando y el amor al libro, leyendo. Leed vosotros; con preferencia las obras inmortales y,entre ellas, la primera, el Quijote, el libro de aquel pobre hombre que fue un día Miguel de Cervantes, por quien nosotros nos sentimos hoy orgullosos de ser españoles.



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