Antonio Machado

Antonio Machado

jueves, 7 de mayo de 2015

Un discurso inédito de Antonio Machado sobre el Quijote *

                                                                                                            Jordi DOMÉNECH





Entre los numerosos manuscritos de Antonio Machado que conserva la familia destaca este
discurso sobre el Quijote, que los herederos de Machado han tenido la amabilidad de cederme
para su publicación.
Se trata de 12 hojas de 14 × 19,8 cm escritas por una sola cara a lápiz y a tinta, con bastantes
tachaduras y correcciones. En el corte superior de las hojas hay restos de dentado, como
si hubieran sido arrancadas de un bloc perforado. Lamentablemente, entre las hojas 3 y
4 falta una o más hojas del discurso, que quizá aparezcan cuando sea posible ordenar y
transcribir los cientos de borradores de Machado que posee la familia. Por último, la hoja 5
estaba traspapelada entre los «manuscritos de Sevilla».1
El borrador contiene un discurso inédito de Antonio Machado sobre el Quijote, probablemente
para ser pronunciado con motivo de la Fiesta del Libro, no sabemos de qué año,
pero en todo caso posterior a 1926, fecha en que —a iniciativa de la Cámara del Libro de
Barcelona— se instituyó en España la Fiesta del Libro para divulgar el libro español y fomentar
la lectura. Inicialmente la Fiesta del Libro se celebraba el 7 de octubre, que se consideraba
entonces la fecha de nacimiento de Cervantes, y a partir de 1930 se trasladó la
celebración al 23 de abril, fecha en la que tradicionalmente se conmemoraba la muerte de
Cervantes, a fin de «alejar la Fiesta de las compras de textos escolares de septiembre y colocarla
en primavera, con un tiempo más favorable».2 Durante la Fiesta del Libro se celebraban
en las distintas ciudades españolas, actos académicos, conferencias y lecturas de obras
en academias, universidades, institutos y escuelas públicas y privadas, y los libreros sacaban
puestos de libros a la calle, en las aceras de sus establecimientos para atraer al público,
además de aplicar un descuento del 10 % en las ventas de libros durante este día.3
* Este manuscrito ha sido publicado, en edición no venal, en la Colección 22 de Febrero, de
Santander: Antonio Machado, Discurso sobre el Quijote (y otros escritos inéditos), edición de Jordi
Doménech, Santander, Colección 22 de Febrero, 2010.
1 Colección Unicaja manuscritos de los hermanos Machado, vol. 9: Cuadernos de literatura, edición
de Rafael Alarcón Sierra, Pablo del Barco y Antonio Rodríguez Almodóvar, Málaga, Fundación
Unicaja, 2006: véase el fol. 29r (en el Anexo al Cuaderno 6). He revisado también los «cuadernos
de Burgos» y no he encontrado más hojas traspapeladas que pertenezcan a este discurso.
2 Ana Martínez Rus, «La política del libro y las ferias del libro de Madrid, 1901-1936», Cuadernos
de Historia Contemporánea, n.º 25, 2003, pp. 217-34 (p. 222).
3 Véase Fernando Cendán Pazos, La Fiesta del Libro en España (Crónica y miscelánea), Madrid,
Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1989.
Ignoro si Antonio Machado llegó a pronunciar este discurso, y dónde, pues ni en la prensa
de Segovia, donde residía entonces, ni en la prensa nacional, aparece ninguna noticia al
respecto. Sin embargo me inclino a pensar que el discurso estaba destinado a ser pronunciado
en Segovia el 7 de octubre de 1926. Efectivamente, en el primer año de la Fiesta del
Libro, en el Instituto de Segovia tuvo lugar un acto conmemorativo con la asistencia de
distintas personalidades locales y numeroso público y alumnos de los centros docentes,
según informó al día siguiente El Adelantado de Segovia.4 Intervinieron con discursos el
presidente de la Diputación, Segundo Gila, el canónigo Maximino Azpicueta en representación
del Seminario, el director de la Universidad Popular segoviana, Javier Cabello, una
profesora de la Escuela Normal de Maestras, el director del Instituto y el alcalde de Segovia.
Quizá Machado debió de haber intervenido también en esta celebración, tanto por su
vinculación con el Instituto como con la Universidad Popular.
Sea como fuere, el borrador parece lo suficientemente acabado como para que pueda considerarse
«definitivo», a falta quizá de su traslado a limpio. No es la primera vez que Machado
alude a Cervantes y al Quijote. Quizá el escrito más notable son las páginas que le
dedicó en su artículo «Las Meditaciones del Quijote de José Ortega Gasset»,5 comentario
sobre el libro de Ortega, en 1915. También hay alusiones más puntuales en Juan de Mairena,
capítulos XXII y XXXII, y ya en plena guerra, en el «Juan de Mairena» póstumo, en
Hora de España, n.º XIV, febrero 1938.


ANTONIO MACHADO
[Discurso sobre el Quijote]


[Transcripción de Jordi Doménech]
[1r] [A lápiz] Hoy 7 de octubre festejamos el natalicio de Cervantes, aunque, en verdad, no
sabemos que Cervantes naciera en este día. Conocemos no más la fecha de su partida de
bautismo, que es la de 9 de octubre de 1547. Algunos de sus biógrafos han supuesto que
Cervantes acaso naciera el 29 de septiembre, día de san Miguel. De todos modos es muy
4 «En el paraninfo del Instituto. La Fiesta del Libro», El Adelantado de Segovia, 8 octubre 1926, p.
2.
5 «Las Meditaciones del Quijote de José Ortega Gasset», La Lectura, n.º 169, enero 1915; en Antonio
Machado, Escritos dispersos (1893-1936), edición anotada de Jordi Doménech, Barcelona,
Octaedro, 2009, pp. 204-13 (sobre el Quijote, pp. 208-13).
probable que Cervantes hubiera ya nacido en este día o en último caso que estuviera muy
próxima la fecha de su entrada en el mundo porque // [2r] hay algo en que necesariamente
han de estar de acuerdo todos los autores; a saber: que Cervantes no pudo ser bautizado
antes de nacer. Y aun en el caso, poco probable, de que la partida de bautismo fuese apócrifa,
y que Cervantes naciera después del 9 de octubre, encontraríamos siempre motivos y
pretextos sobrados, creo yo, para dedicar un recuerdo al más glorioso de nuestros ingenios,
en este día y en cualquiera de los restantes días del año.
Fiesta del libro también llamamos // [3r] a esta solemnidad y, puesto que coincide vagamente
con el natalicio de Cervantes, ha de ser la fiesta del Quijote, que es su obra más famosa,
libro español por excelencia.
Digamos, pues, algo de Cervantes y de su libro inmortal.
De Cervantes pocas palabras. Nació Miguel, no don Miguel como reza la lápida que veréis a
la puerta de esta casa, Miguel a secas, porque el don no lo tuvo nunca, de padres pobres, en
Alcalá de Henares, y la pobreza le acompañó durante toda su vida. Pobre niño, pobre y
fracasado pretendiente en la corte, pobre aunque glorioso soldado, pobre cautivo en //
[Aquí faltan probablemente una o varias hojas del discurso] [4r] Porque ¿quién repara ni ha
reparado nunca en un pobre hombre, que no lleva bandas, ni cruces, ni arreos militares, ni
atavíos cortesanos ni [una palabra ilegible] académicos? ¿En un sujeto mal vestido y aliñado,
cuya persona, nada oronda, solemne ni satisfecha, no se recomienda a nuestros ojos
como espectáculo de humanidad triunfante y privilegiada? Entonces como ahora Cervantes
hubiera sido para nosotros el pobre hombre en quien nadie repara. Y ¿a qué hablar más del
// [5r] pobre hombre que fue Cervantes? [A tinta] Digamos algo del libro inmortal. Apareció
el Quijote —su 1.ª parte— el año 5 del siglo XVII. Era la obra de la madurez de Cervantes.
Tuvo un éxito inmediato de risa. Pero, no nos engañemos, el éxito del Quijote fue un éxito
de público, que no valió a Cervantes la plena admiración de los doctos. En España el vulgo
ha defendido siempre las obras buenas, y la crítica —lo que en aquella época podía ser
crítica, el juicio de los hombres de letras— les fue a veces adversa. Sin el pueblo, sin la admiración
del profano, lo mejor de nuestra literatura: el romancero, La Celestina, el teatro,
la novela picaresca, la obra de nuestros románticos, se hubieran perdido para siempre. [A
lápiz] Así aconteció con el Quijote. El pueblo amó este libro // [6r] desde que salió a luz; la
crítica comenzó a comprenderlo en el siglo XVIII y le hizo plena justicia en el siglo XIX.
Y no podía ser de otro modo. Porque el Quijote no es, a mi juicio, una obra renacentista,
como alguien ha sostenido recientemente. De haber sido el Quijote plena literatura del renacimiento,
se le hubiera comprendido y juzgado en todo su valor. El sentido humanista,
de cultura clásica, que carac- // [7r] teriza al hombre del renacimiento se encuentra en Cervantes,
aunque no tan marcado como en otros ingenios de su tiempo. Pero lo que hace del
Quijote un libro único, el libro que sólo el genio podía escribir entonces, es su modernidad.
El Quijote no es una obra renacentista, es mucho más, es la primera obra moderna, no ya
de la literatura española, sino de la literatura universal. // [8r] Todas las literaturas, sin excluir
la nuestra, habían producido ya libros de risa y entretenimiento, libros de parodia y de
burla, sátiras y libelos. En España, desde el Arcipreste de Hita, en Italia desde Boccaccio,
en Inglaterra desde Chaucer, en Francia, de Rabelais. Pero lo que no se había producido
hasta entonces, lo que, después del Quijote, había de tardar dos siglos en seguir produciéndose,
era un libro de risa y entretenimiento // [9r] que, además de divertirnos y hacernos
reír, nos hiciera también llorar. Esto era tan nuevo entonces que no podía ser comprendido
ni gustado; y esto explica que el éxito del Quijote se debiese exclusivamente a los elementos
cómicos que contiene.
Han pasado más de tres siglos [a tinta] y es precisamente la comicidad del Quijote lo más
difícil de gustar para nosotros; y cuanto hay en él de serio y profundo lo que más en él //
[10r] nos cautiva. Lo cómico cervantino corresponde más a la sensibilidad de su tiempo
que a la del nuestro; en cambio, la piedad y la simpatía por la locura de don Quijote es algo
plenamente moderno. Pero el Quijote contenía en potencia toda la novela moderna y fue
preciso esperar siglos para que ésta se actualizase. Epígonos y discípulos tardíos de Cervantes
son todos los novelistas modernos, desde Dickens a Tomás Hardy, desde Stendhal a
Proust, desde Gógol a Gorki. Todos los héroes de las novelas que nosotros hemos vivido
tienen algo de don Quijote: recordad las novelas de Dostoyevski. Sus personajes son trágicos,
y no se nos ocurre reírnos de ellos; pero todos están más locos que don Quijote. Como
don Quijote los vemos en pugna con el medio en que viven y fracasan en él; como don Quijote
son deformadores del mundo real, // [11r] como don Quijote oponen valientemente su
mundo interior, su mundo encantado, hecho con su propia sensibilidad y sus propios ideales,
al mundo social, hecho de convenciones, de leyes con que la vida colectiva pretende
anular la vida individual, de objetividad, en suma. Como don Quijote están en pugna abierta
con la racionalidad. Son locos también. Pero su locura pasa para nosotros inadvertida
porque participamos de ella nosotros también; como hombres modernos, pensamos, lo que
no podía pensarse en tiempo de Cervantes, que el mundo es nuestra representación, y que
si ésta no es una plena creación nuestra, es, cuando menos, una deformación de lo real y
que, en este sentido, la locura es lo normal en el hombre. No somos un espejo impasible a
través de un camino, que retrata fielmente imágenes pasajeras, sino almas que al reflejarlas,
las transfiguran y, en cierto modo, las crean. // [12r] ¿Qué era don Quijote sino este maravilloso
espejo creador, que deformaba en el sentido de su ideal, su mundo circundante?
Esto es lo que hoy plenamente hemos comprendido y por eso decimos que Cervantes escribió
la primera y más grande de las obras modernas.
Y nada más quiero deciros del libro inmortal, porque otros os dirán cosas de más sustancia
y con mayor elocuencia.
Yo hoy en la Fiesta del libro me limito a daros un consejo: el movimiento se demuestra
andando y el amor al libro, leyendo. Leed vosotros; con preferencia las obras inmortales y,entre ellas, la primera, el Quijote, el libro de aquel pobre hombre que fue un día Miguel de Cervantes, por quien nosotros nos sentimos hoy orgullosos de ser españoles.



Bernard Sesé: "La vigencia de Antonio Machado está en su ejemplo humano y en su lenguaje

Entrevista con el ganador del premio que lleva el nombre del poeta
JUAN CRUZ 23 FEB 1979
El ganador del Premio internacional Antonio Machado, el profesor francés Bernard Sesé, profesor del Departamento de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos de la Universidad de La Sorbona, considera que la aportación más importante que Machado ha dado a la poética española contemporánea «ha sido su consciente despojamiento de toda retórica del lenguaje, en un camino hacia el rigor, hacia la austeridad. En ese sentido, la de Machado ha sido una lección estética y espiritual. Es un modelo que pueden seguir las nuevas generaciones literarias».
Como ya informó EL PAIS, Bernard Sesé recibió el pasado domingo, en Colliure, el mencionado premio, por su obra Antonio Machado (1875-1939). El hombre. El poeta. El pensador, que será editada en otoño en España por la Editorial Gredos. “El proyecto de mi trabajo de investigación -dijo el profesor Sesé a este periódico- era el de rendir cuentas de los diversos aspectos de la obra y de la vida de Antonio Machado, analizar sus interacciones y su dinamismo múltiple. Creo que existe una correlación ineludible entre las diversas facetas de Machado. Su obra poética, periodística, filosófica o dramática no puede desligarse del valor ético y simbólico de la personalidad humana de este escritor.»


La temática secreta de su obra


Bernard Sesé, que une a su condición de profesor de Universidad y traductor de la producción principal de la poesía española contemporánea su dedicación al psicoanálisis, somete a reflexión en este libro, «más allá de la historia y de la biografía, la estructura de la temática secreta de la obra» de Antonio Machado. Para hacer su estudio, Bernard Sesé ha analizado lo que los críticos de Machado han dicho de las distintas fases de la escritura machadiana. «Hay divergencia de opiniones. Nadie está de acuerdo sobre qué obra representa la más bella expresión de su genio. Unos prefieren Campos de Castilla, Soledades, los poemas anteriores a la guerra civil. Para otros lectores, la creación de Juan de Mairena y los ensayos publicados en los periódicos suponían lo esencial de Antonio Machado. Estas contradicciones en las apreciaciones críticas de Machado pueden señalar una dirección para una interpretación más exacta. Para mí la obra de Machado representa una entidad que no se puede magnificar sin dañar un aspecto esencial de su dimensión humana y espiritual, a pesar de los aspectos dispares y heterogéneos de que se compone.»

Antonio Machado es fundamental, dice el profesor Sesé, «para entender el paso del modernismo a la manera de Rubén Darío a la estética de 1927». En este sentido, Jorge Guillén reconocía en 1956 a Antonio Machado como el valor primordial de la España de su época, recuerda Bernard Sesé.

La generación de 1950, señala el profesor Sesé, «recogió otros aspectos de la figura machadiana. Sus representantes se fijaron menos en los aspectos estéticos de Antonio Machado y buscaron, en su voluntad por volver al intimismo poético, a un Machado que no vieron los de la generación del 27».

Hay todavía más interpretaciones de la obra de Antonio Machado, dice Bernard Sesé. «En una reciente apreciación crítica se aseguraba que la poesía de Antonio Machado era la expresión más lograda de los valores decimonónicos. Yo estoy en desacuerdo. Creo que Machado utiliza unos valores cuya vigencia sigue existiendo. El autor de Campos de Castilla une a su ejemplaridad personal una expresión poética adecuada. El conjunto de sus ensayos y de sus poemas tiene un sello de profunda autenticidad humana que hoy siguen produciendo un impacto muy profundo en los lectores, aunque, como es obvio, el lenguaje actual no es el mismo que el que se aceptaba y utilizaba en 1936, por ejemplo.»

Bernard Sesé estudia la obra de Antonio Machado también desde el punto de vista de su experiencia en el psicoanálisis. Está convencido de que los grandes creadores, Machado entre ellos, viven pendientes del influjo de la inspiración, sin cuya inconsciente aparición el poeta se siente seco. Bernard Sesé cree que este caso es obvio en el Machado de Nuevas canciones.

Influencia familiar y educación

La influencia familiar es también importante en la obra de Antonio Machado, señala Bernard Sesé. La penuria de la familia del poeta y otro aspecto capital, su educación en la Institución Libre de Enseñanza, hicieron de Machado un hombre austero, tolerante, respetuoso del trabajo. Esas bases y la incertidumbre con respecto a cuál debía ser su destino personal, su camino, marcan para siempre la obra y la vida de Machado, que murió en Colliure hizo ayer cuarenta años. Antonio Machado está en la tradición de los poetas españoles que sienten una gran atracción por artes distintas, y en este sentido aparecían en la obra de Machado varios poemas con valores plásticos notables, dice Bernard Sesé. «Se puede recordar a este respecto que el hermano de Machado, José, era pintor. Como él, Antonio tomaba apuntes de la realidad y los trasladaba a sus versos. Un ejemplo de ello fue su poema Al olmo seco.»

Esa obsesión por el paisaje, dice Bernard Sesé, no era nueva en la poesía española, por supuesto. «Me parece que hay una continuidad, que sale de Bécquer o Rosalía de Castro y sigue en las generaciones posteriores. No hay obra literaria que no esté en la tradición literaria.» Lo que hace cada poeta, a su vez, es inventar de nuevo la realidad, con su óptica, de modo que, en el caso de Machado, lo que es válido para él no es válido para otro, y viceversa.


"Hacia la conciencia"


Cuando Bernard Sesé recibió el pasado domingo el Premio internacional Antonio Machado, pronunció unas palabras en las que recordó una frase del propio Machado sobre Miguel de Unamuno: «Es un maestro, en suma, alma a los cuatro vientos que en todas partes deja su semilla. Para Bernard Sesé, esa misma sentencia vale para la repercusión de Antonio Machado, un poeta cuyo destino vital y poético se resume, también, en otras palabras del poeta muerto en Colliure: «Hacia la luz; hacia la conciencia.


http://elpais.com/diario/1979/02/23/cultura/288572405_850215.html

Un Poeta del pueblo

EL PAÍS 23 FEB 1979

Antonio Machado es un poeta del pueblo porque, como éste, se acerca a lo esencial, en lo político y en lo humano, dijo ayer Enrique Tierno Galván en un homenaje que la Fundación Pablo Iglesias le dedicó en el Club Pueblo, de Madrid, al autor de Campos de Castilla. En el mismo acto, los actores Nuria Espert y José Luis Pellicena leyeron poemas significativos de Machado. En la sala había escritores y artistas que han colaborado en una exposición colectiva dedicada al poeta y que permanece abierta en los mismos locales. Asistieron al homenaje también los socialistas Alfonso Guerra y Javier Solana. Tierno Galván, candidato del Partido Socialista Obrero Español al Congreso y aspirante a la alcaldía de Madrid, empezó pidiendo al público que entendiera que el que abría no era un acto electoralista. Es, simplemente, un acto cultural, dijo, sobre un poeta que es del pueblo, porque buscó lo esencial. Un poeta político porque también en la política se busca lo fundamental. El pueblo, afirmó, «es lo esencial de lo político».

Habló poco de Antonio Machado Enrique Tierno Galván, que disertaba bajo un retrato de juventud del autor de Soledades. Dijo que Machado era, como todo poeta, un escritor que se debatía en la dialéctica de lo aparente y de lo fundamental.

Ese debate entre lo aparente y lo fundamental es la clave de la gran poesía, dijo Tierno. Y también es la clave para llegar a la cultura y con ella transformar el mundo. Hay que huir de los que tratan de maleducarnos, afirmó Tierno, diciéndonos que las apariencias no engañan. Eso es lo que dicen los cultos barbarizados, que vuelven e intentan hacernos volver al primitivismo de la violencia. Hay que cultivar la cultura, utilizando la sabiduría popular. Por ese camino llegó Enrique Tierno Galván a identificar al pueblo y a Machado en la misma lucha por conseguir definir y aprehender lo esencial.

Se adhirieron al acto presentado por Tierno, entre otros, los poetas Jorge Guillén, Vicente Aleixandre y José Bergamín, que no pudieron asistir. Conmemoraciones similares tuvieron lugar en Sevilla, lugar de nacimiento de Antonio Machado; en Soria, en el instituto que lleva su nombre y ante la tumba de su esposa Leonor Izquierdo, y en institutos de Segovia, donde fue profesor.

http://elpais.com/diario/1979/02/23/cultura/288572402_850215.html

Antonio Machado y la educación






Este sábado se cumplen 75 años de la muerte del poeta, que era también maestro y reflexionó sobre la educación.

Artículo publicado originalmente en El Diario de l'Educació.
JAUME CARBONELL

22/02/201
· Antonio Machado sigue en el exilio 75 años después de su muerte

El interés de Machado (Sevilla 1875 - Colliure 1939) por la educación, que fue creciendo hasta convertirlo en pasión, le viene de familia: su padre era amigo de Joaquín Costa y de Francisco Giner de los Ríos, el alma de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), donde se educó Antonio Machado. Giner fue su maestro y a él le dedicó un poema tras su muerte en 1915: “Allí el maestro un día/ soñaba un nuevo florecer de España.”

También profesa una gran admiración hacia Manuel B. Cossío, el profesor y pedagogo de la ILE que más contribuyó a que las ideas liberales -nada que ver con los liberales y neoliberales de hoy-, de modernización y renovación escolar cuajaran en diversas iniciativas de gran calado educativo. En él se inspira Machado, por ejemplo, a la hora de escribir el artículo “Sobre Pedagogía”, donde recoge la recomendación del ilustre institucionista de enviar los mejores maestros a las escuelas del campo: “Pero no basta con enviar maestros; es preciso también enviar investigadores del alma campesina, hombres que vayan no sólo a enseñar sino a aprender”. Y termina insistiendo en la necesidad de europeizar España, enviando al extranjero a jóvenes estudiosos para familiarizarse con las nuevas ideas vanguardistas.

Machado fue catedrático de francés en los institutos de Soria, Baeza, Segovia y Madrid. Durante todo este tiempo le acompaña la huella institucionista y la firme convicción que la cultura y la educación, con el consiguiente combate contra la ignorancia y a favor de la construcción de más y mejores escuelas, eran el principal instrumento para la regeneración social y moral del país. Un deseo que pudo materializarse parcialmente -porque el tiempo fue muy escaso- durante la II República, también conocida por la República de los maestros. Machado mostró una gran admiración por el proyecto de las Misiones Pedagógicas, asistiendo a varias reuniones de su Patronato, colaborando en la organización del Teatro del Pueblo.

El recuerdo de la infancia, de la enseñanza y aprendizaje, de la escuela y del maestro están presentes en la obra literaria de este poeta e intelectual sevillano. Así, en “Recuerdo infantil”, un poema muy divulgado, se hace una crítica al modelo tradicional de enseñanza, con sus inútiles rutinas de la recitación y la memorización, protagonizadas por un maestro de aspecto nada agraciado -un tópico muy característico de la llamada literatura pedagogizada- que generan hastío y aburrimiento en el alumnado. “Una tarde parda y fría/ de invierno. Los colegiales/ estudian. Monotonía/ de lluvia tras los cristales/ Es la clase. En un cartel/ se representa a Caín/ fugitivo, y muerto Abel/ junto a una mancha carmín. / Con timbre sonoro y hueco/ truena el maestro, un anciano/ mal vestido, enjuto y seco, / que lleva un libro en la mano/ Y todo un coro infantil/ va cantando la lección; / mil veces ciento, cien mil; / mil veces mil, un millón”…

Juan de Mairena fue uno de los heterónimos apócrifos utilizado por Antonio Machado -de él decía que era su yo filosófico-. Sus reflexiones más maduras sobre arte, literatura, política, filosofía, cultura y educación se plasman precisamente, en su libro en prosa: “Juan de Mairena. Sentencias, donaires y recuerdos de un profeso apócrifo.” (1936). Ha sido muy citado el diálogo con un alumno en su clase de Retórica y Poética donde se ironiza sobre la ampulosidad del lenguaje y la palabrería hueca a la que tanto se oponía el poeta, partidario siempre de la escritura limpia y sencilla: “Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: “Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa.” / El alumno escribe lo que se le dicta. / - Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético. / El alumno, después de meditar, escribe: “Lo que pasa en la calle”. / Mairena –No está mal”.

En otro texto de Antonio Machado-Juan de Mairena se comenta el respeto que merece el maestro y las influencias mutuas que se establecen entre éste y el alumno: “Cómo puede un maestro, o, si queréis, un pedagogo, enseñar, educar, conducir al niño sin hacerse algo niño a su vez y sin acabar profesando un saber algo infantilizado? Porque es el niño quien, en parte hace al maestro (…) El niño nos revela que casi todo lo que él no puede comprender apenas si merece ser enseñado, y, sobre todo, no acertamos a enseñarlo es porque nosotros no lo sabemos bien todavía.”

Sabias lecciones pedagógicas para el profesorado de ayer, de hoy y de mañana por parte de un escritor sabio y sensible que, como tantos otros, tuvo que exiliarse al término de la Guerra Civil.

http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/Antonio-Machado-educacion_0_231327517.html